
Hay quienes creen que el mundo de una Miss Universo está repleto de maquillaje, dietas, tacones, mascarillas, vestidos de diseñadores famosos, flashes de cámaras, alfombras rojas y lujos por doquier, y no se equivocan. Pero lo que desconocen es que llevar la corona de la mujer más bella del planeta es un oficio que podría compararse con el de una trabajadora social, una educadora o una defensora de derechos humanos.